lunes, 7 de mayo de 2007

Diversidad cultural y escuela. Prof. Miguel D`Francisco

INTRODUCCIÒN
Como docente he podido observar cómo frente a la diversidad cultural, la escuela no contribuye a una resignificación del conocimiento. La educación no tiene en cuenta la diversidad cultural y no estaría cumpliendo con lo que podría ser una de sus funciones, que es la de proveer de herramientas para comprender la realidad, como reconstrucción o reinvención de la cultura para una posible transformación de la misma.
Los conocimientos son transmitidos alejados de la realidad de la que los alumnos viven, donde hay escasa conexión entre lo que aprenden y lo que ellos saben, su experiencia actual. Donde todavía no son tenidos en cuenta, no se les da participación, no se los escucha, qué tienen para decir o querer ser, no se les da la palabra. Y se manifiesta en dichos: que no les gusta la escuela, que siempre lo mismo, que se lo pasan copiando, para qué estudiar si no es garantía de trabajo en un futuro.

DESARROLLO
Poco ha cambiado la escuela desde mi época, y han pasado muchos años de esto, pero, en la mayoría de los casos sigue igual: siempre se escucha, se calla, se copia y donde el único momento en donde se le da la palabra a los alumnos es para dar la lección.
Ejemplos de la práctica real: a) Llega el profesor, saluda a los alumnos/as, toma asistencia y les pide que saquen la carpeta; acto seguido comienza a dictar, los alumnos copian fielmente, así durante los ochenta minutos que dura el módulo. b) La profesora le dice a los alumnos/as que se pongan en grupos, reparte los libros, les pide que lean un texto y luego les pide que contesten el cuestionario que está al final del capítulo, ellos deben buscar la respuesta que está dentro del texto leído, no se debate, solo se leen para ver si las respuestas están correctas. c) El profesor de educación física explica a los alumnos todos los aspectos sobre una determinada técnica (lanzamiento en básquetbol), muestra el gesto eficaz, los chicos lo practican sin pelota, luego lanzando al aro, pasando de a uno (es la primera clase que tienen de básquetbol). Los conocimientos son transmitidos a los alumnos de forma terminada, acabada, sin tener en cuenta lo que ellos saben, su experiencia actual y pasada. Se continúa con una pedagogía tradicional, de transmisión lineal y memorística de la cultura y el conocimiento, donde la concepción del aprendiz es la de receptor pasivo que acumula enciclopédicamente las informaciones con independencia del grado de comprensión e intereses de los alumnos (Gimeno Sacristán, Pérez Gómez)[1]
Paulo Freire la calificó a la pedagogía tradicional de “bancaria” donde el educador deposita el conocimiento en la mente de los alumnos, estos conocimientos no son sometidos a la reflexión, debate o discusión. (Paulo freire)2
Se les da poca importancia al diálogo y la participación, premiándose la retención del contenido-memorización- y se castiga la reproducción poco fiel; hay una sola verdad y es la del profesor, la experiencia de vida de los alumnos es desvalorizada. Las materias se encuentran fragmentadas, se establecen pocas relaciones entre ellas. Se da una relación de poder marcada por la desigualdad, que además se manifiesta en la asimetría marcada desde la relación docente alumno y del cocimiento (Marta Souto)3.
Creo que el sistema educativo argentino actual, salvo muy raras excepciones, conserva estas formas, que perduran desde épocas pasadas, pero de fuertes raíces, donde el alumno es pasivo, receptor, como objeto que se modela, se lo coloca en un lugar de no saber, donde se lo prepara para obedecer y no decidir desde la más tierna edad, a la heteronomía, a la dependencia y esto está naturalizado y por lo tanto no se puede ver, se lo ve como normal, es un obstáculo para el cambio, la transformación y la formación democrática, ¿somos conscientes para qué tipo de sociedad estamos formando?, sociedad que, como afirman Gvirtz y Palamidessi,5 “promueve un aprendizaje fuera de contexto, donde en la escuela se aprenden cosas que casi nunca están presentes o en las que no se participa. No es de extrañar que los alumnos construyan esquemas y estrategias específicas, diferentes entre sí, para afrontar las exigencias que le plantea la escuela y las que les plantean otras actividades”.
Habría que preguntarse ¿cómo hacer para que se tenga en cuenta a los alumnos, como sujetos que piensan, que conocen, que tiene una vida propia y social?, que se apoye y cuestione las preocupaciones que el alumno ha ido aprendiendo en su vida previa y paralela a la escuela y que a mi entender difiere -coincidiendo con Pérez Gómez- de las preocupaciones del mundo de las disciplinas.
Rodolfo Rozengardt plantea con relación a los objetivos de la educación, que estos deberían transmitir conocimientos producidos por la cultura valiosa de los grupos sociales (que la sociedad valora) que sean significativos para el alumno, en algo que le interese y que les permita resolver los problemas de su vida cotidiana (junto con objetivos que permitan formar al ciudadano para la vida pública, para transformarla, brindar posibilidades para el desarrollo personal o de las capacidades personales relacionadas con el bienestar físico, emocional y de estímulo de la expresión y formar para el mundo del trabajo pero de forma crítica).
Para que la escuela promueva aprendizajes significativos, que tengan en cuenta lo que los alumnos traen de sus intercambios en su vida cotidiana y paralela a la escuela hay que entender que hay una gran diversidad cultural y que para resignificar el conocimiento hay primero que tenerla en cuenta y partir de ella.
Para G. Sacristán y Pérez Gómez: “ La cultura se concibe como un conjunto de representaciones individuales, grupales y colectivas que dan sentido a los intercambios entre los miembros de una comunidad, la cultura ofrece siempre un espacio de negociación de significados y se recrea constantemente como consecuencia de este mismo proceso de negociación. El niño/ a experimenta y aprende esta dialéctica en su vida espontánea y cotidiana, se incorpora a la cultura produciendo elaboraciones e interpretaciones personales de la misma, más o menos erróneas o verdaderas en función del carácter de sus experiencias e intercambios. De este modo, a la vez que mediatizado y creador va elaborando el mundo de sus representaciones y modos de actuación.
Si en la vida cotidiana el individuo aprende reinterpretando los significados de la cultura, también en la vida académica el alumno debería aprender reinterpretando y no sólo adquiriendo la cultura elaborada en las disciplinas académicas”, y a mi entender esto es lo que no se realiza, no se lo tiene en cuenta.
Silvia Bleichmar0 sostiene que los chicos tienen intereses intelectuales enormes, pero a menudo no lo manifiestan dentro del colegio, los tienen desplazados hacia, por ejemplo, los medios masivos de comunicación. Esto no es porque la escolaridad se oponga a los medios. Los chicos reciben una enorme cantidad de información, pero la mayoría de esas fuentes que son valiosas para los chicos se encuentran despersonalizadas; por eso, habría que buscar la manera de que figuras realmente representativas para ellos pudieran ayudarles a organizar la información, que es un gran problema”.
Pérez Gómez dice6 que el reto educativo de la escuela es como provocar, en individuos que están saturados de información fragmentarias, un proceso de construcción de esquemas autónomos de pensamiento que le permitan cuestionar, indagar, descubrir y llegar a identificar los elementos más ocultos de la realidad en la que viven y que de alguna manera están intencionalmente ocultos para provocar manipulación, el sesgo, el sometimiento o la subordinación. “La escuela debe crear un espacio de vivencia cultural educativa, que significa crear un espacio de vivencia de la cultura” y sigue, “para mí crear un espacio de cultura es vivirla en la escuela recreando una comunidad democrática de vivencia de aprendizajes donde se debe vivir la democracia, no aprenderla retóricamente”. Vigotsky, plantea la relevancia de la ayuda del adulto para orientar el desarrollo de las nuevas generaciones, dándole importancia al lenguaje, donde éste representa la naturaleza transformada por la historia y por la cultura, la enseñanza debe descansar sobre el lenguaje. En el mismo sentido, Paulo Freire7, dice que la existencia, en tanto humana, no puede ser muda, los hombres no se hacen en el silencio, sino en la palabra, en el trabajo, la acción, en la reflexión. Más, si decir la palabra verdadera, que es trabajo, que es praxis, es transformar el mundo, decirla no es privilegio de algunos hombres sino el derecho de todos los hombres. “Para provocar que el alumno/ a participe de forma activa y crítica en la reelaboración personal y grupal de la cultura de su comunidad, se deben crear las condiciones necesarias en el aula, a través de microcosmos de interacción social, en un foro abierto de debate y negociación y concepciones de la realidad, que son creados por el adulto/ a en interacción con los alumnos/ as” (G. Sacristán, A. I. Pérez Gómez).
También en cuanto a las normas de convivencia, se propone una construcción democrática, donde los alumnos sean partícipes necesarios de la elaboración de las mismas, y no simplemente aceptar lo impuesto por la institución, se debe dar participación a los alumnos y trabajar con sus respuestas, ya que cuando se les pide que opinen, lo hacen pero con relación a lo que ellos piensan que los adultos esperan de él (se sancionan más ellos mismos y de la forma más cruel, que las propias normas creadas institucionalmente) “la convivencia social se basa en la negociación y en el acuerdo, más que en la vigencia incuestionable de valores absolutos, sean estos de origen religioso, político, cultural, étnico o estético. El orden democrático es un orden abierto al cambio, al debate y al respeto por la diversidad y la diferencia. Para una buena convivencia escolar se deben promover mecanismos de concertación y diálogo en los que todos los actores de la escuela se vean representados. Se trata de rescatar el valor de la tolerancia y la negociación para aprender a partir de las diferencias, ¿podremos algún día en la escuela ponerlo en práctica?
Para que esta propuesta pueda ser llevada adelante se deberìa comprometer toda la institución educativa, debería haber amplios acuerdos, compromiso y formación para el cambio, desde los directivos, docentes, no docentes, padres (abierta a ellos) y otras instituciones del barrio (asociaciones vecinales) donde a través del PEI se elabore el perfil de la institución con respecto al contexto en que se encuentra, donde la institución escolar pueda decidir la mayor parte del qué enseñar y cómo enseñar de acuerdo con las necesidades de cada escuela.
Para la realización de un proyecto institucional y coincidiendo con Gvirtz y Palamidessi, la posibilidad de elegir puede ser ejercida por toda la comunidad, aunque con distintas competencias entre docentes, alumnos, padres (y asociaciones vecinales, agrego yo) Por eso -y siguiendo con estos autores- la realización de un proyecto institucional no puede quedar reducida a un problema técnico-pedagógico, sino que debe entenderse como una oportunidad para impulsar la participación de la comunidad en las escuelas, y donde exista coordinación entre los involucrados respecto de lo que sucede en la escuela.
Cada escuela es formadora de cultura, de valores de convivencia social y política. En el proyecto se debería explicitar el programa de educación social, cultural y moral que cada escuela-docentes, alumnos, padres y asociaciones vecinales-se propone desarrollar.
Para llevarlo a la práctica, debe haber un trabajo en equipo entre los docentes, dentro de un marco común de criterios, procedimientos y objetivos, que debe ser organizado por la institución escolar, se debe buscar congruencia de los estilos y las estrategias pedagógicas (y que se lleve a la practica realmente)
Desde mi propuesta los alumnos formarían una asociación de alumnos o un consejo que recojan las inquietudes de ellos para poder debatirlas con los directivos y docentes para mejorar la convivencia y la calidad educativa.

CONCLUSION
Con relación al marco teórico, puedo decir que la escuela, en la mayoría de los casos sigue transmitiendo (reproduciendo) contenidos que responden a objetivos conductuales, en el cual los alumnos/ as deben acomodarse y recibirlos pasivamente y con escasa o nula participación.
Pareciera en la realidad que vivimos, que nuestra experiencia va en una dirección y la de la escuela va en una dirección que es muy distinta, opuesta. Junto se transmiten otros contenidos que tienen que ver con la moral de la escucha, la obediencia, la autoridad, el moldeamiento del cuerpo, la palabra, que por lo visto creo que no ha cambiado y sigue igual. No se tiene en cuenta la diversidad cultural. Para resignificar el conocimiento hay que partir de ella y de la experiencia que los alumnos traen para promover aprendizajes significativos.
Se debería comprometer toda la institución y que los docentes sean conscientes que la forma tradicional es reproductora y que no lleva a cambios ni a formar ciudadanos críticos. Se debería tener en cuenta y darles participación activa a los alumnos para una formación democrática
Es fundamental el trabajo en equipo entre toda la comunidad educativa para que los objetivos institucionales se puedan llegar a cumplir y padres comprometidos en la necesidad de un cambio.




[1] J.Gimeno Sacristán, A. I. Pérez Gómez, “Comprender y transformar la enseñanza”. Madrid: Ediciones Morata.

3 Marta Souto; “ Hacia una didáctica de lo grupal”, Miño y Davila Editores
5 S. Svirtz M. Palamidessi(2002),” El ABC de la tarea Docente: curriculum y enseñanza. Buenos Aires, Aique Grupo Editor
0 Silvia Bleichmar, “ Empujar la barrera de lo posible”, Revista el monitor de la Educación, año 2-N°3, Material teórico del postitulo.
6 Angel Pérez Gómez, “ El cruce de culturas en la escuela”, en Revista Novedades Educativas, N°144, Paginas 62 y 63, Material teórico del postítulo.
7 Paulo Freire, “dialogicidad y diálogo, en dialogo e intervención en el proceso pedagógico, Antología de Alicia Molina, Material teórico del Postítulo.

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