La intervención Pedagógica en el Nivel Inicial
César R Suárez Vranken, estudiante del ISEF Ciudad de G. Pico
Resumen:
El presente escrito propone aportar algunas reflexiones sobre las dificultades vividas durante la práctica de Educación Física, en el nivel inicial, durante el año 2005. La problemática a abordar girará en torno al modo en el que se anunciaban las consignas y a partir de allí extraer el problema, las hipótesis explicativas, las estrategias de mejoras llevadas adelante y los resultados obtenidos.
Introducción:
Al arribar al tercer año en la carrera de Educación Física llegaba el momento de realizar la intervención pedagógica. Estimo que esto no es un momento más. Sino que, por el contrario, para cualquier estudiante que desea ser docente es el momento de revalidar aquello que busca concretar en un futuro no muy lejano. Aunque ello genera dudas, miedos e incertidumbres a las cuales yo no pude escapar es importante decir que siempre hay deseos de continuar construyendo y reconstruyendo aquel profesor que queremos ser y es en ese aspecto que esta experiencia cobraba un real sentido y significado para mí.
Vale mencionar que varios fueron los ámbitos donde tuve la oportunidad de ejercer las prácticas pero fue en el Nivel inicial donde quizás más dudas e inseguridades sentía y es por esto que hoy a la distancia deseo poder adentrarme en un posible pero no acabado análisis de aquella experiencia vivida, procurando me ayude a continuar formándome como profesor y al mismo tiempo brinde aspectos interesantes para aquellos que se hallan vinculados a la docencia.
Sobre el problema… Contextualización
“Quizás donde más temor tengo es en la claridad necesaria para dar las consignas, allí creo que pondré el acento ya que en mis experiencias anteriores (colonias) es donde más inconvenientes tenía” (DP4)
Esta fue una de las frases que escribí allá por principios del año 2005 en el Diario del Practicante (cuaderno donde se relataban las clases dadas, sensaciones vividas, alegrías y demás cuestiones ocurridas en la práctica). Aún faltaba al menos un mes para comenzar las prácticas, sin embargo ya era en mí una preocupación latente. A mediados de mayo tuve la oportunidad de dar la primera clase en el jardín de Infantes de la Escuela Nº 111 de la Ciudad de General Pico.
Quizás allí empezaba a evidenciar y concretar el problema más importante que me aquejaría con aquel grupo. “…Me costó un poco dar las consignas para que ellos (por los niños) las entiendan. Es por eso que debí repetirlas en varias ocasiones cuando di el juego” (DP11).
Esto era lo que me ocurría en los primeros momentos. Notaba que al explicar el juego debía realizarlo nuevamente ya que ellos no tenían en claro qué debían hacer unos y qué otros. Entonces, al tiempo, al ver yo esto debía intervenir deteniendo la clase y volviendo a explicar para que los niños pudieran jugarlo. En ciertos momentos tomaba a uno de los pibes y él mismo explicaba el juego. De esta manera yo iba acompañándolo en la descripción y los niños comenzaban a jugar y entender de qué se trataba.
Vale aclarar que inicié con la Unidad Temática Juegos Colectivos y el contenido a enseñar “juegos de correr y atrapar”. Durante el juego que en esta clase era el gato y el ratón debí insistir en que recuerden qué debía hacer el gato y qué el ratón. Esto me llamó la atención poderosamente en tanto el juego era apropiado a la edad ya que simplemente había dos casitas para que los ratones pasen de una a otra y dos niños que actuaban en el medio de esas dos casitas de gato debiendo atrapar a los ratones agarrándolo de una prenda de vestir. Cuando lo atrapaban los gatos se convertían en ratones y el juego continuaba. Además había iniciado el juego tal cual la profesora lo hacia habitualmente con ellos (cambiándole el nombre y los personajes) para luego ir complejizando y enseñarles nuevos aspectos sobre esto.
Luego de varios cortes y de nuevas explicaciones los niños pudieron jugarlo. Claro esta, el tiempo de clase no fue suficiente para avanzar con un juego más complejo y además, preferí que pudieran jugar y de ese modo continuarían entendiéndolo y yo viendo si alguno aún no lo resuelve, ayudarlo.
Esto me llevó a pensar que algo no andaba bien de mi parte. Sin embargo, pensé que quizás había ocurrido porque fue la primera clase.
De este modo, ya en la segunda clase, retomé este mismo juego e intenté decirles que ahora los gatos que atrapen a un ratón pasan a ser también gatos y ayudan a agarrar a los ratones. Allí nuevamente los niños no comprendían que debían hacer y ocurrió lo mismo que en la primera clase. Es decir re-explicar el juego previo haberlos juntado y tomar un niño que lo entendió y lo explique.
Al finalizar la clase y luego de reflexionar sobre lo ocurrido no dudé en pensar que la problemática no estaba en los pibes. Algo estaba sucediendo en mí a la hora de dar clases con ese grupo de nivel inicial…
Nada mejor que aportar un poco de luz en ese manto de oscuridad que en aquellos días tenía. Fue propicio, entonces, junto a lo integrantes de la comisión organizar claramente cual era mi dificultad. De este modo dilucidamos que el problema se centraba en el modo en que yo enunciaba las consignas. Como pregunta podría ser ¿cómo debe un profesor enunciar las consignas con un grupo de Nivel Inicial para que los niños logren entender al docente?
Hipótesis al problema planteado
Luego de esta primera aproximación al tema pensamos en cuales serían las hipótesis de resolución de la ya descripta dificultad. Las primeras hipótesis explicativas hacia aquello que me sucedía fueron:
Había un cierto desconocimiento de “yo practicante” en referencia al sujeto con el cual realizaba la intervención. Siendo más preciso pienso que no tuve en cuenta las capacidades de aquel niño para a partir de esto pudiera llevar adelante mi práctica. Siguiendo con este aspecto, la falencia era que quizás no se utilizaba algún elemento didáctico valiéndose de las características evolutivas del niño en esa edad como por ejemplo el pensamiento mágico simbólico y a partir de allí explicar las consignas. Pienso que este último aspecto me ayudaría en principio a captar la atención del niño y que además sería para ellos más significativo.
Otra hipótesis del caso puede ser que el vocabulario utilizado por mí en las explicaciones de las consignas no era el adecuado y es así que los niños no lograban re-interpretar lo que yo les solicitaba. Es decir, que hay un uso del lenguaje con demasiadas palabras que carecen aún de significado para ese niño. Es decir que a los niños les cuesta entender mis frases. Pienso que cambiar la utilización de palabras de “lenguaje adulto” por algunas más sencillas y que ellos conozcan su signicado sería vital para comprender las consignas.
Para la justificación de estas dos hipótesis utilicé los escritos de la psicología evolutiva de Jean Piaget en la cual se afirma que el niño con pensamiento preoperacional (de 2 a 7 años) se da “el comienzo de la funciones simbólicas significación representativa como lenguaje, imágenes mentales, gestos simbólicos, juegos simbólicos, invenciones imaginativas, etc”. Estimo que todo esto es un real y válido argumento como para pensar en que estas dos hipótesis planteadas serían posibles soluciones al problema surgido.
Estrategias de solución.
“El niño imita y reproduce los sonidos, y cuando están asociados a determinadas acciones, este camino se prolonga hasta llegar por fin a la adquisición del lenguaje propiamente dicho (palabras, frases elementales, luego sustantivos y verbos y por último frases completas)”. “Con la palabra se comparte la vida interior como tal, y además se construye concientemente en la misma medida en que comienza a comunicarse”. (Piaget Jean. “Seis Estudios de Psicología”.)
Ahora bien, ¿puede el niño rápidamente comunicarse de manera fluida con las demás personas? Tomando nuevamente a Piaget este nos dice que “el análisis de las funciones del lenguaje espontáneo es profundamente instructivo. Es fácil, en efecto comprobar, cuan rudimentarias son las conversaciones entre niños y cuan ligadas están a la acción material” (Piaget, Jean. “Seis Estudios de Psicología”.)
Todos estos argumentos sobre el lenguaje, su importancia y desarrollo en el niño fueron tomados por mí y a partir de esto es que se planteó la estrategia de utilizar un lenguaje acorde a ese sujeto que aún no ha desarrollado su lenguaje y la significación de las palabras de manera completa como para comprender el lenguaje adulto.
En cuanto al pensamiento mágico simbólico puede decirse que “los juegos simbólico –mágicos constituyen una actividad real del pensamiento, si bien esencialmente egocéntrica, es más doblemente egocéntrica. Su función consiste efectivamente, en satisfacer al yo merced a una transformación de lo real en función de los deseos”. “el juego simbólico-mágico no es un esfuerzo de sumisión del sujeto a lo real, sino, por el contrario una asimilación deformada de lo real al yo” (Piaget, Jean. “Seis Estudios de Psicología”.)
Por lo expuesto anteriormente pienso que en los juegos debe incluirse lo mágico en la explicación ya que esto resulta ser una característica propia en un niño de 5 años.
“en esta clase jugamos al perro y a la liebre. Para explicar la consigna traté de apelar al simbolismo propio de la edad diciendo que las liebres salen a correr por el campo y que el perro hambriento las ve y quiere cazarlas. Esto fue positivo ya que los niños entendieron y pudieron jugar, y además ellos mediante mis intervenciones fueron evolucionando el juego” (DP14)
Esta fue una de las estrategias de solución empleada la cual como se evidencia en la frase derivó en una mejora sustancial.
Además de esta solución se trató de incluir algún elemento concreto como un afiche con figuritas de animales de los juegos realizados donde los niños pudieran verlo y sea más sencillo para el practicante explicar el juego (utilizando por que no en algún otro momento de la clase por ejemplo en los cierres) y para los niños el poder visualizar el afiche aporte mayor entendimiento “la psicología genética de Piaget plantea el conocimiento como un proceso dialéctico que va de lo particular a lo universal, es decir, de lo concreto a lo abstracto” (Profesora Dora Alicia Franchina 2001)
En otra Unidad Temática (juegos expresivos) cuyo contenido a enseñar era “Juegos de bailar diferentes ritmos musicales“(dada en el final del proceso) incluí un cuento para empezar la clase. “Les conté una historia y luego allí coloqué la música, entonces ellos comenzaron a moverse y bailar”(DP 55). La historia con carácter simbólico relatada no dudo que ayudó en esta unidad también para que los niños comprendieran la consigna y el pedido que yo como profe deseaba expresar.
Resultados de las estrategias. Primeras conclusiones…
Aunque el problema fue rápidamente evidenciado y las estrategias se propusieron a la brevedad, no significó para nada que no sea lo suficientemente complejo por lo que la dificultad tampoco fue solucionada rotundamente de una semana a otra.
Estimo que como toda práctica de intervención educativa, requiere de un proceso. Es por esto que mis consignas, sus modos de expresarlas y la interpretación por parte de los niños fueron mejorando poco a poco, lo que en consecuencia derivó en que las clases también evolucionen favorablemente.
Igualmente quiero decir y apelando a mi mayor sinceridad que hubo clases donde el problema nuevamente reflotaba por pensar en ese niño que tenía enfrente, le hablaba como a un adulto tal cual la primera clase. Fue allí donde siempre estuvo el grupo comisión que me ayudo y apoyo constantemente…
Como primera conclusión no puedo obviar decir que es fundamental poder incluir en nuestras consignas frases o palabras apropiadas a la edad y en este caso aplicarle una pizca de aquella mágico – simbólico que a todo niño de 5 años resulta interesante.
Como segunda conclusión del trabajo realizado rescato la importancia de pensar siempre en aquel sujeto particular con el que nos toca dar nuestras clases.
Sé que esto es lo primero que debemos atender y aunque parezca sencillo expresarlo, que difícil suele ser realmente poder llevarlo a cabo.
No quiero finalizar este escrito sin aclarar que tal vez, el problema cuenta aún con mucha tela por cortar y que tal vez con el paso del tiempo mi mirada hacia los asuntos cambie, evolucione y logre encontrar caminos no explorados frente a la problemática desarrollada.
Sin embargo, no dudo que esta aproximación valió la pena realizarla para evaluarme a mi mismo, problematizar, y visualizar dificultades vividas durante mi proceso de práctica.
Bibliografía:
BLAZQUEZ, Domingo; ORTEGA, Emilio, “La actividad motriz en el niño de 3 a 6 años”, Madrid, editorial Cincel, 1984.
ROZENGARDT, Rodolfo “El niño, la motricidad y el sujeto corporal”. Apuntes de cátedra de Infancia.
FRANCHINA, Dora Alicia” 201 Posibilidades, Libro de actividades de educación Física Nivel Inicial”
Chadwick C “Psicología Evolutiva de Jean Piaget”. Cáp. 2 Descripción general.
PIAGET, Jean “Seis Estudios de Psicología”. Cáp. 1 Desarrollo mental del niño.
Fuente:
SUAREZ VRANKEN, César R “Diario del Practicante” (DP)2005
lunes, 7 de mayo de 2007
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